Cuentos de siempre
Volvía del trabajo en tren, como cada tarde, agotada. Cada día salía aún más cansada que la tarde anterior y era inevitable que no la venciese el sueño. Coincidían cada tarde, misma hora, mismo vagón, pero ella no lo sabía porque dormía. Él se sentaba a solo unos pasos de distancia de manera que pudiese observarla sin molestar. Soñaba con despertarla con un beso, como el príncipe despertó a su bella durmiente y que así saliese de su letargo. Cuando él subía al tren, ya la encontraba dormida y cuando se bajaba en su estación, seguía sumida en su sueño.
Un día decidió continuar en el tren y presentársele pero lo que más temía, sucedió. No iba hasta el final del recorrido como imaginaba a juzgar por la profundidad de su descanso, sino que apenas dos paradas después de la suya, vio cómo subía un hombre vestido de príncipe, al mejor estilo Disney, se arrodilló frente a ella, la besó en la frente y ella despertó suavemente.
Cinderella